martes, 25 de diciembre de 2012

Navidades imperfectas

Lo sé, lo sé, hace mucho que no escribo... a ver si me aplico porque nos han pasado miles de historias muy dignas de llegar a post. Pero hoy me voy a centrar en la cena de Nochebuena.

Hemos decidido pasarlo en Estados Unidos, porque estamos lejos y el viaje es caro para los 4, porque mi marido trabaja, porque el cole empieza el 2 de enero (bendito cole, por cierto) y además por experimentar nuevas Navidades...

Aperitivo de renos navideños
Hemos tenido la suerte de tener la visita de mi amigo Martin, amiguísimo desde los 3 años.  Así que el día que llegaban pensé: me levanto pronto y me da tiempo a recoger la casa, limpiar, ducharme, secarme el pelo, hacer la compra y preparar la comida. Teniendo en cuenta que llegaban a las 12.30 de la mañana, era un poco presuntuoso...

¡¡¡Ja, ja, ja!!! Todo mentira. Aunque no me levanté muy tarde, solo me dio tiempo a recoger y limpiar. Si es que no doy para más, lo de la casa no es lo mío. Menos mal que Martin me quiere mucho y le da igual. Me acompañó a hacer la comprota de Navidad y a preparar el menú.

Martin es una joya como regalo de Navidad, te hace todo más fácil y divertido. Ameniza cualquier momento, siempre está de buen humor y es como si tuviéramos otro niño en casa. Así que tan contentos. Solo faltaba un poco de nieve para que fuera perfecto...

La cena de Nochebuena parecía que la tenía dominada, lo único malo fue que acepté ir a una actuación de la amiga de mi hija en una iglesia a las 7 de la tarde. Pensé que sería un momentito, una media hora, y me llevé a todos detrás. Al final, se me echó el tiempo encima y nos fuimos a la actuación sin gasolina, sin ponerme guapa, sin peinarme siquiera, y sin saber muy bien dónde era. ¡Un poco más y me voy con el delantal!. Entre salir tarde, poner gasolina, la niebla que había y no saber dónde era... llegamos súper tarde.

Los últimos, todo en silencio, y nuestro coche anunciando que llegábamos en la gravilla de la iglesia. Al entrar estaba todo oscuro y se notó nuestra llegada... Justo a tiempo para ver a la amiga saliendo vestida de ovejita... uf, ¡menos mal!

Con pelos de loca, mal vestida, oliendo a sopa, rodeada de gente desconocida, todos concentrados en la Navidad, bien arregladitos y muy emocionados... El comentario de mi hijo mientras sujetaba una vela y todos cantaban fue muy gracioso: - Mamá, has apagado la sopa? - me conoce muy bien... Le respondí que por supuesto, pero ni idea realmente...

Conseguimos salir de la iglesia, sin saber muy bien cuál era el procedimiento porque nunca habíamos asistido a ese tipo de iglesia ni ceremonia. Duró mucho, muchísimo. Un señor habló y habló comparando a Jesucristo con Apple y bla, bla... Martín emocionado cantando villancicos, mi hija feliz con su amiga, mi marido un poco alucinado con todo y yo, pensando en mi sopa y el incendio que podría provocar.

Al llegar, tardé en hacer la cena, pero al final salió bastante bien, no de mamá perfecta, pero aprobada. Todos ayudaron y pasamos un buen rato. Eso sí, con mis pelos de loca, oliendo a sopa y muy poco glamurosa. Como dice mi hija, es difícil estar tan guapa como Lala (mi madre) en los momentos importantes. Pero de ahí, a ir como un adefesio...

Fuimos buenos este año
Finalmente intentamos esperar a que llegara Papa Noel o Santa, o el que fuera que iba a traer regalos... los invitados se quedaron dormidos y los niños no había manera de que tuvieran sueño. Mi marido y yo hicimos tiempo, y tiempo, y tiempo... queríamos irnos a dormir y que Santa hiciera su trabajo sin nuestra ayuda! Al final ayudamos un poquito...

Esta mañana había muchos regalos y alguien se había bebido la leche y una galleta que dejamos...

Feliz Navidad ;-)