Pues resulta que a mi edad ya se tienen canas, más bien hace unos años, pero vamos, que es un suma y sigue, cada vez salen nuevas, y a más disgustos: más canas.
Mi padre dice que cada vez que vas a un banco te sale una nueva, y yo los he frecuentado bastante en los últimos años...
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Probando opciones |
Y no es que yo quiera disimular mi edad, sino que ahora que las de 70 parece que tengan 30, qué menos que aparentar mi edad y no más. Solo mi edad, aunque sea una edad difícil.
Yo siempre he sido de lavar y ya, ni secador, ni peluquerías, ni nada... por eso llevo muy mal lo del color del pelo, solo quiero que sea como debería ser, pero sin canas. Así que cada x tiempo me las tengo que ingeniar para que desaparezcan.
Al principio, mi suegra se ofreció a ponerme el tinte del supermercado. Y oye, fenomenal. Otras veces he ido a mi peluquero de siempre y muy bien, tardamos un poco en encontrar el color, pero al final bien.
Y es que son muchas veces, porque más o menos cada mes y medio hay que erradicar esta porquería de la cabeza. Y que no os engañen, todas las mujeres lo hacen, y las que no, se les nota. O son un prodigio de la naturaleza y deberían estudiar su ADN para hacer algún compuesto que podamos tomar las demás.
Cuando cambias de país, una de las cosas que hay que localizar es una peluquería. Pregunté a una estudiante española muy maja, y me recomendó la suya. Más bonita la peluquería... con de todo, hasta te daban café, te ofrecían agua cada minuto, revistas de última moda...
madam por aquí,
madam por allá...
Como era al principio de estar en Estados Unidos no me enteraba mucho del léxico-peluquero, y es que claro, las palabras: mechas, tinte, mascarilla, flequillo, etc. no están en mi vocabulario en inglés. Y menos si te las dicen a toda pastilla y con una sonrisa de oreja a oreja que no les permite pronunciar bien. Yo sonreía y decía a todo que
yes, o
of course, y por variar un poco:
aha...
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Siempre puede ser peor |
Esa vez salí ideal de la muerte, con un color precioso, un corte de última moda, y ¡un cabreo de mil demonios!.
La broma me costó una fortuna. Y vale, que aquí es más caro que en España, pero concho, ni que los grifos fuesen de oro. Nada, eliminada de mi lista. Y pensándolo bien debió ser culpa mía por decir a todo que
yes... aprendí que es mejor decir a todo que no, por si las moscas,
just in case...
Lo he intentado, lo he hecho yo en casa, sí, un día me atreví. Pero, mejor no os describo el desastre... luego lo limpié todo y no se notaba, el pelo quedó más o menos bien. Pero acabé con dolor de brazos, cabreada y limpiando más de la cuenta. Es un sacrificio, que no me compensa.
Así que hoy se me ha ocurrido ir a una academia de peluquería. Todo parecía funcionar a la perfección, por supuesto antes me he asegurado del precio, y hasta eso estaba bien. Muy amables, no me han hecho esperar, me han ofrecido café (creo que es costumbre en todas las peluquerías) y me han presentado a la pupila y a su tutora.
Pero al llegar a casa: ¡sorpresa! pegotes de tinte en la nuca... ¡oh no!
Encima le había dicho a la profesora que fenomenal y le he dejado propina a la estudiante... ¡mierda! y para colmo, cuando voy a ducharme: pegotes de tinte en mi brazo, y en la camiseta blanca que llevaba puesta. Lo del brazo ya se irá, pero la camiseta...
Como me dice @madrescabreadas en Twitter, cómo se me ocurre, a las academias solo hay que ir al
brush, prohibido corte, tinte y permanente. Bueno, pues ya me lo sé para otra vez.
Por lo menos ahora tengo un mes y medio hasta la siguiente aventura. Y mira que me duele perder el tiempo y el dinero en esto... odio las canas.