jueves, 7 de noviembre de 2013

Lo importante no es la nota del examen

Hoy he recibido un mensaje de correo electrónico de una profesora del colegio, han venido unos 'señores del estado' y les han hecho unos exámenes especiales a los niños, al parecer los padres están preocupados por el resultado.

Todos somos especiales
El mensaje es muy motivador, recomienda compartirlo con nuestros hijos, así que he pensado que os lo traduzco y lo comparto por si queréis hacerlo llegar a vuestros niños:

-----
"Estamos preocupados porque estos exámenes no siempre evalúan lo que os hace únicos y especiales a cada uno de vosotros. Las personas que hacen estas pruebas y su puntuación no os conocen. No os conocen como vuestros profesores o como vuestras familias. Ellos no saben que muchos habláis dos idiomas. Ellos no saben que podéis tocar un instrumento musical, o que podéis bailar o pintar un cuadro. Ellos no saben que tus amigos cuentan contigo ni que tu risa puede alegrar el día más triste. Ellos no saben si escribes poesía o canciones, si juegas o participas en deportes, si te preguntas sobre el futuro, o que a veces cuidas de tu hermanito o hermanita después del colegio. Ellos no saben si has viajado a un lugar maravilloso  o que sabes cómo contar una gran historia, o que realmente te encanta pasar el tiempo con familiares y amigos especiales. Ellos no saben que eres digno de confianza, amable y atento, y que intentas cada día ser mejor persona... Las notas te dirán algo sobre ti, pero no lo dirán todo. Hay muchas maneras de ser inteligente".

¡Gracias de nuevo por darme la oportunidad de trabajar con vuestros pensadores!
"Les hemos enseñado que la tierra es redonda, que el rojo y el blanco hacen rosa. Pero hay algo más que es más importante: les hemos enseñado a pensar ".
-----

Me encanta, me gusta el detalle de la profesora y el hecho de agradecer siempre que le dejemos a nuestros pensadores. Pero no quita para que haya que esforzarse por sacar buenas notas en los exámenes y estudiar, que ya veo las excusas de mi niño diciéndome lo especial que es y que lo importante no es la nota, y que cuida de su hermana y que habla dos idiomas, y que hace deporte y que cuenta historias y que pinta, y que es amable y atento….  :-) 

sábado, 12 de octubre de 2013

Pasando de treintañera a cuarentona

Por qué será que estos días me viene a la mente la frase de 'a cada cerdo le llega su San Martín'... Llevo meses pensando si me pido o no la depresión de los 40, o una crisis, o algo que refleje este cambio de dígito en mi edad. Y he pensado que por ahora no, que paso, igual a los 43, pero de momento no.

Por todas he pasado
Dicen que la longevidad se hereda de mujer a mujer, y mis dos abuelas superaron los 90 viviendo solas, así que yo de momento ni he llegado a la mitad.

Si a esto unimos que cada día vivimos más, pues ni os cuento, vamos, que estoy en mi edad de oro :-) Lo malo es lo de la pensión, que no me va a dar ni para pipas, si es que alguien me da algo cuando me jubile, ¡si es que consigo jubilarme algún día!

Siempre había tenido de objetivo vital jubilarme a los 40 y jugar al golf. Iba a jugar con el resto de jubilados que serían mayores que yo y seguro que eran extranjeros y así practicaría inglés. Pero en vez de eso, pues cada día soy más multitask, tengo más oficios, practico el inglés por narices, y lo del golf lo probé el verano pasado y no me gustó.

Así que decena nueva, objetivos nuevos. En ello estoy, todavía no los tengo claros.

Lo que sí tengo claro son los objetivos de los 80, cuando mis hijos me dejen en una residencia (o me vaya yo voluntariamente porque no aguante a sus parejas).

He pensado que podríamos montar una tienda vintage con el resto de compañeras. Porque si cada una guardamos la ropa chulísima que se pasa de moda, y esperamos 40 años para el negocio, pues seguro que es un éxito, porque se pondrá de moda otra vez, y serán verdaderas reliquias... y como todo estará fabricado en China y todo serán copia de la copia de la copia, pues lo nuestro será auténtico!!!

Además si alguna sabe hacer punto o croché, yo no, pero alguna sabrá, pues podemos hacer toquillas y gorros y venderlos. Y también podremos hacer cocina para llevar, con comida de verdad de abuelitas encantadoras, que seremos nosotras...  Vamos, que ¡a los 80 me voy a forrar! Amigas, recordad, hay que guardar la ropa buena.

Llevo días pensando qué tiene de malo cumplir 40 años y básicamente se me ocurren cosas buenas y solo una mala o no tan buena (la dejo para el final). Cada decena tuvo sus cosas:

  • De 0 a 10. Infancia realmente feliz gracias a mis padres y hermana.
  • De 10 a 20. Adolescencia superada (con momentos en los que no me aguantaba ni yo...) con el resultado de amigos fantásticos que todavía mantengo.
  • De 20 a 30. Enfoqué mi carrera profesional y conocí a mi compañero de vida, qué más se puede pedir.
  • De 30 a 40. Madre de dos niños maravillosos (imperfecta, pero madre al fin y al cabo).
Dicen que los 40 son los años de la madurez. Aunque yo debí nacer madura, porque siempre he sido responsable, muy despistada, pero muy responsable. Y aunque suene bien, creo que es mejor no ser siempre tan responsable... claro que alguna locura he hecho, bueno, unas cuantas... pues igual no he sido tan responsable...

Lo que sí creo es que a los 40 la experiencia va haciendo mella. Conoces a las personas con solo mirarlas, las ves venir, te han pasado tantas cosas que más o menos puedes intuir consecuencias, y eso es una ventaja en la vida. Así que tan contenta, con 40, con experiencia, y con un objetivo vital para los 80.

Lo malo: pues que no aguanto más de un día de fiesta, y eso sí se echa de menos :-)

domingo, 6 de octubre de 2013

Afición al garage sale

Os confieso que me he aficionado a los garage sales, cuando veo un anuncio me lo apunto para que no se me olvide pasar si tengo un rato.

 ¿Que qué es? pues una costumbre estupenda que deberíamos copiar de los estadounidenses. Cuando uno hace orden en casa, en vez de tirar o regalar todos los trastos que ya no usa, los saca al garaje y los pone a la venta.

Venta de garaje
Seguro que lo habéis visto en alguna película americana, esas que ponen los juguetes en cajas, una mesa con trastos, e incluso la ropa colgada en percheros.

Se suele anunciar con un cartel a la entrada del barrio, o en la puerta de casa, diciendo qué día y en qué horario se hará, así los vecinos están avisados. Normalmente suele ser en fin de semana para que la gente tenga tiempo de pasear y cotillear lo que los vecinos no quieren, y si acaso, pues comprar algo.

Los precios suelen ser muy baratos, cuando digo 'muy', es muy, desde gratis o 'gracias por quitarme esto de encima', hasta lo que imagines.

Existen días en los que los vecinos se ponen de acuerdo y se hace un gran 'garage sale' común, por barrio o urbanización, cada uno en su garaje, pero todos a la vez. Es importante dar una vuelta a primera hora, eso lo hemos descubierto con el tiempo, porque si vas tarde ya no quedan las cosas buenas. Claro que a última hora hay gente que consigue chollos porque los dueños quieren quitarse los trastos de encima.

Hay gente profesional, saben en qué barrio es cada fin de semana, se mueven como pez en el agua. Van en coche, o en furgoneta, de casa en casa para no cansarse y poder cargar los tesoros. Dominan el arte del regateo, ofrecen precios mínimos por cosas muy valiosas, con una sonrisa y convenciendo al dueño de que le están haciendo un súper favor.

Ejemplo de garage sale
Este fin de semana hemos tenido a todo el barrio de 'garaje sale', había bicicletas, ropa, mesas, vajillas, juguetes, trastos de niños, bolsas y palos de golf, libros, sofás, barbacoas, calabazas de halloween... en fin, todo lo que podáis imaginar. Y a todo el vecindario de paseo cargando cosas.

Lo mejor es cuando un vecino se traslada lejos, ¡lo suele vender todo!, además te deja entrar en su casa para ver en profundidad la serie de cachivaches que no piensa llevarse.

Estaría muy bien que copiáramos esto en otros países, en España seguro que nos parecería mal sacar todos los trastos a la calle para venderlos ¡qué pensarán los vecinos! Y la verdad es que es un chollo, tanto para el que lo compra tirado de precio, como para el que se lo quita de encima.

Lo que más me gusta es fijarme en qué tiene cada uno, 'dime qué vendes y te diré cómo eres'. Algunos venden porquerías que realmente a mí me daría vergüenza sacar a la calle, las habría tirado hace tiempo. Otros venden cosas nuevas o las regalan. Hay vecinos que dejan algún mueble, como una mecedora casi nueva, en la acera y le ponen un cartel de 'free', es decir, gratis, llévatelo si te gusta.

Conclusión, para mí lo de menos es comprar, lo que más me gusta es conocer a los vecinos y sus 'trastos'. Eso sí, siempre pienso que me gustaría ir al de la urbanización de súper lujo, seguro que hay chollos, porque deben ser muy muy ricos, y también hacen garage sales, así que en cuanto vaya os cuento.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Familias numerosas en peligro de extinción

Una amiga me contó una historia sobre una madre con 6 hijos. Además de hacerme pensar en el tema de las familias numerosas, me quedé alucinada de lo que puede llegar a provocar el estrés y el agotamiento en una madre y en un padre con tantos hijos...

Toda la familia volvía de hacer la compra en un centro comercial. ¡Compra para 8!, a mi la compra para dos hijos y un padre se me hace un mundo, tanto que prefiero ir sola porque si no se repite siempre la misma historia en el supermercado:

Estrés en el supermercado
–Mamá compra esto, mamá compra lo otro, mamá no me haces caso, mamá dónde está mi hermano, mamá que hemos perdido el carro, mamá meto estas chuches, mamá me has pisado con la rueda, mamá me puedo subir, ay mamá he tirado 3 botes, mamá, mamá, ¿mamá me escuchas?...–

Imaginad que no podían ir en un coche cualquiera, porque padre + madre + 6 hijos + compra no cabe en cualquier vehículo. Así que irían en una súper furgoneta preparada con asientos para todas las edades y el maletero a reventar de bolsas de comida. No sé si el conductor se podría concentrar bien en la carretera, porque a mi con 2 me cuesta.

El caso es que llegaron tarde y cansados, bajaron la compra, la coloraron, hicieron la cena, cenaron, se pusieron el pijama, se lavaron los dientes, dieron las buenas noches y se fueron todos a la cama a descansar.

...silencio...

...relax...

Al rato, sobre la una de la madrugada, sonó el timbre de la puerta, algo extrañados abrieron y se encontraron a uno de los hijos que se había quedado dormido en el coche mientras bajaban la compra. ¡Nadie se había percatado!

¿Os imagináis? Medio dormido salió y llamó al timbre para ir a su cama...

¿Olvidar a un hijo en el coche? Con tantos es normal... Bueno, ya os conté una historia sobre una madre que se olvidó a su bebé, pero en este caso es más grave, no solo la madre no se dio cuenta, sino que ¡¡el padre y los otros 5 hermanos tampoco!! ¿qué jaleo de familia debe haber para no echar en falta a uno?

La gran familia
Este verano hablábamos de cómo eran las familias antes. Mi padre eran 6 hermanos, más el abuelo, más el primo de Cádiz que fue a estudiar a su casa, más los padres, más una americana que fue de intercambio... en casa de mi suegra también eran 6 hermanos, en casa de mi suegro peor: ¡eran 9 hermanos!. Y como dice mi padre, lo suyo era lo normal, había familias de 14 hijos... Unos cuidaban de otros, la ropa se pasaba de generación en generación, no se podía elegir comida a no ser que fuera tu cumpleaños, con una pelota y una muñeca tenían de sobra para todos, había turnos para comer...

Parece que las familias numerosas, las de antes, están peligro de extinción. Ahora tener 3 hijos ya nos parece una pasada (a mi la primera), y con 4 o 5 no digamos. Cuando yo tenía 16 años estuve de intercambio en una familia que tenía 7 hijas, más yo, y la verdad, como adolescente lo pasé fenomenal, pero ahora entiendo las ojeras de la madre y el autoritarismo del padre.

Así que ya no me quejo más, que dos está muy bien y no se me olvida ninguno, o al menos de momento.

P.D: Gracias Luisa por la historia (la tenía medio escrita desde hace mucho)

jueves, 30 de mayo de 2013

Donde pone STOP, hay que parar para aprobar

Hoy me ha tocado un policía muy majo, me ha dicho que de dónde era con este acento tan bonito... y claro... yo ahí ya me he crecido.... me he sentido en mi salsa... hasta me he visualizado sonriendo con mi foto en el carnet...

No hay duda, hay que parar 
Menuda diferencia con la señorita Rotenmeyer, este policía era simpático, me ha dicho que no me preocupase, que seguro que me salía bien, y me ha sonreído. Y es que cuando al otro lado tienes a alguien amable, todo cambia.

Por supuesto le he contado mi vida, cómo no, con mi acento tan bonito, me he hecho un poco la víctima: –mis hijos confían en mi, imagínese lo duro que puede ser no ser un ejemplo para ellos...– Me ha contado que tenía dos hijos y que me entendía, que podía ser un trauma decirle a un niño que han suspendido a su mamá cuando lleva 21 años al volante...

Así que por fin lo he conseguido, ya llevo en mi cartera el carnet de conducir del estado de Ohio, con mi foto feliz cual perdiz. Y que conste que esta vez he parado 'completely' en los STOPs, hasta he contado: 1, 2, y luego he seguido.

He reflexionado sobre mi suspenso del otro día y he llegado a la conclusión de que es un problema de madre imperfecta.

La Rotenmeyer no sabe, no tiene ni idea, de lo que es conducir siendo una madre imperfecta. Ella, tan perfecta y con ese moñete, que de buena gana se lo hubiera despeinado, y con ese tipín toda estirada, y lo peor, tan joven e ideal, y claro, sin hijos.

¡Ajá! ahí es donde la he pillado.

La policía Rotenmeyer no sabía lo que es para una madre tener que conducir sin ser una 'fitipaldi'. No estamos acostumbradas a conducir sin tener que mirar atrás echando la mano para separar la pelea, mientras suena el móvil en el bolso, vuela un trozo de galleta por el coche, se derrama el agua en el asiento trasero, los niños chillan, te miras en el espejo para comprobar si te has peinado, llegas tarde...

En vez de ese contexto, donde estoy en mi salsa, me lo cambian y me ponen en un ambiente de silencio total, en el que solo oigo –turn right... turn left... turn left...turn... right... turn left...– pues normal que me ponga nerviosa, y más mirando el moñete por el rabillo del ojo. Si estoy por llamarla señorita Intermitente.

...y además tengo la capacidad de mirar con el rabillo del ojo a la izquierda, ver que no viene nadie, y pasar por el STOP sin parar del todo. ¡Toma ya! ¡además, con súper poderes! Ese fue el verdadero problema... le dieron envidia mis súper poderes de madre imperfecta, y ahí se vio ella que podía dominarme y me cateó.

Otra conclusión a la que he llegado es que los asientos de seguridad de los niños, los ponen por las madres, porque es muy peligroso que vayan con ellas.

Y hay alguna, que hasta se olvida de meter a su hijo en el coche. Ah, y otras que se olvidan de sacarlo, esa historia os la cuento otro día.

jueves, 23 de mayo de 2013

Suspendida tras 21 años al volante

Hoy la señorita Rotenmeyer ha tenido a bien suspenderme el examen práctico del permiso de conducir americano... y eso que yo me decía a mi misma: no te pongas nerviosa, que tú puedes, esto es un puro trámite, si sabes conducir, respira, menuda tontería...

Es que era igualita...
He aprobado el teórico y la primera parte: la de aparcar con unos conos, que se suponía que era súper difícil, pero que realmente cualquiera que haya conducido por un pueblo de España y aparcado en un hueco justito, en una cuesta y con gente esperando, lo hubiera superado.

Teníais que haberla visto, tan estirada ella, con su moñete alto, mirando por encima de las gafas, con su boli a punto para apuntar todo lo mal que yo hacía...

Total, por no parar 'completely' en un stop... si total, no venía nadie... Pues sí, parece ser que la señal de STOP significa lo mismo en todo el mundo... STOP=parar, no un poquito, sino completamente... vale, ya me lo se.

Ya me ha dicho ella, en un tono muy de 'rintintin', que a los que llevamos tantos años conduciendo se nos olvidan las cosas más importantes.

Y si, efectivamente, si razón tenía, pero como fastidia que te suspendan a mi edad, a mi que llevo toda la vida al volante... buaaaahhhhhh, necesito vacacioneeeeeesssssss....

¿y cómo les explico yo esto a mis niños?

miércoles, 22 de mayo de 2013

Odio las canas: planes para erradicarlas

Pues resulta que a mi edad ya se tienen canas, más bien hace unos años, pero vamos, que es un suma y sigue, cada vez salen nuevas, y a más disgustos: más canas.

Mi padre dice que cada vez que vas a un banco te sale una nueva, y yo los he frecuentado bastante en los últimos años...

Probando opciones
Y no es que yo quiera disimular mi edad, sino que ahora que las de 70 parece que tengan 30, qué menos que aparentar mi edad y no más. Solo mi edad, aunque sea una edad difícil.

Yo siempre he sido de lavar y ya, ni secador, ni peluquerías, ni nada... por eso llevo muy mal lo del color del pelo, solo quiero que sea como debería ser, pero sin canas. Así que cada x tiempo me las tengo que ingeniar para que desaparezcan.

Al principio, mi suegra se ofreció a ponerme el tinte del supermercado. Y oye, fenomenal. Otras veces he ido a mi peluquero de siempre y muy bien, tardamos un poco en encontrar el color, pero al final bien.

Y es que son muchas veces, porque más o menos cada mes y medio hay que erradicar esta porquería de la cabeza. Y que no os engañen, todas las mujeres lo hacen, y las que no, se les nota. O son un prodigio de la naturaleza y deberían estudiar su ADN para hacer algún compuesto que podamos tomar las demás.

Cuando cambias de país, una de las cosas que hay que localizar es una peluquería. Pregunté a una estudiante española muy maja, y me recomendó la suya. Más bonita la peluquería... con de todo, hasta te daban café, te ofrecían agua cada minuto, revistas de última moda... madam por aquí, madam por allá...

Como era al principio de estar en Estados Unidos no me enteraba mucho del léxico-peluquero, y es que claro, las palabras: mechas, tinte, mascarilla, flequillo, etc. no están en mi vocabulario en inglés. Y menos si te las dicen a toda pastilla y con una sonrisa de oreja a oreja que no les permite pronunciar bien. Yo sonreía y decía a todo que yes, o of course, y por variar un poco: aha...

Siempre puede ser peor
Esa vez salí ideal de la muerte, con un color precioso, un corte de última moda, y ¡un cabreo de mil demonios!.

La broma me costó una fortuna. Y vale, que aquí es más caro que en España, pero concho, ni que los grifos fuesen de oro. Nada, eliminada de mi lista. Y pensándolo bien debió ser culpa mía por decir a todo que yes... aprendí que es mejor decir a todo que no, por si las moscas, just in case...

Lo he intentado, lo he hecho yo en casa, sí, un día me atreví. Pero, mejor no os describo el desastre... luego lo limpié todo y no se notaba, el pelo quedó más o menos bien. Pero acabé con dolor de brazos, cabreada y limpiando más de la cuenta. Es un sacrificio, que no me compensa.

Así que hoy se me ha ocurrido ir a una academia de peluquería. Todo parecía funcionar a la perfección, por supuesto antes me he asegurado del precio, y hasta eso estaba bien. Muy amables, no me han hecho esperar, me han ofrecido café (creo que es costumbre en todas las peluquerías) y me han presentado a la pupila y a su tutora.

Pero al llegar a casa: ¡sorpresa! pegotes de tinte en la nuca... ¡oh no!

Encima le había dicho a la profesora que fenomenal y le he dejado propina a la estudiante... ¡mierda! y para colmo, cuando voy a ducharme: pegotes de tinte en mi brazo, y en la camiseta blanca que llevaba puesta. Lo del brazo ya se irá, pero la camiseta...

Como me dice @madrescabreadas en Twitter, cómo se me ocurre, a las academias solo hay que ir al brush, prohibido corte, tinte y permanente. Bueno, pues ya me lo sé para otra vez.

Por lo menos ahora tengo un mes y medio hasta la siguiente aventura. Y mira que me duele perder el tiempo y el dinero en esto... odio las canas.