martes, 21 de octubre de 2014

Claves para no hacer el panoli el día de Halloween en Estados Unidos

Vivir la fiesta de Halloween en Estados Unidos es como en las películas americanas, pero no está tan claro como parece, según se acercaba la fecha empezaron las dudas: ¿a qué hora empieza? ¿por qué lo hacen un martes si al día siguiente hay colegio? ¿qué hay que dar a los niños que vienen a casa? ¿quién les dará algo si estás por ahí pidiendo?

Cabeza de algún vecino
Imposible ignorar la festividad, un mes antes emergen calabazas por doquier, tiendas de disfraces que solo abren dos meses, brotan tumbas en los jardines, surgen pies y manos de la tierra, esqueletos que escalan ventanas, gatos gigantes con ojos iluminados, arañas y telas de araña en cada esquina…

Compramos 3 calabazas y un kit de carving (una pequeña sierra y una pala para vaciar y hacer perfiles fantasmagóricos). Las vaciamos, les pusimos una vela en el interior y las colocamos en la entrada. ¿Algún problema? Ninguno, el primer año pusimos 3 calabazas, el segundo nos lo curramos, llenamos la entrada de telas de araña y murciélagos de todos los tamaños. Descubrimos que es un arte y una competición no oficial entre vecinos y vecindarios, hasta hay gente que amplía la hipoteca para poder pagar el dispendio de los adornos de Halloween. Y para muestra un botón, mirad la casa de un vecino...

Cuando llega la semana esperada todo gira en torno al terror, por ejemplo en el colegio montan un spooky gym. Adornan el gimnasio de forma espeluznante, con túnel del miedo, escalada de telas de araña, actividades aterradoras como lanzamiento de cráneos o telas movedizas. Se trata de una actividad más para recaudar dinero para alguna buena causa. En otros colegios hacen concursos de disfraces, bailes… hay de todo.

El típico vecino chiflado
El día señalado es el 31 de octubre, siempre, no importa si hay colegio al día siguiente. Al llegar a casa nos disfrazamos y salimos a la calle para pedir caramelos con la famosa frase de “truco o trato”… nuestro gozo en un pozo, no había nadie por la calle, ni un solo vampirillo ni bruja. ¿Qué pasaba? ¿dónde estaba todo lo que vemos en las películas? Aprendimos que Halloween tiene un horario, en nuestro caso es de 6 a 8 de la tarde. Solo dura dos horas y normalmente el ayuntamiento avisa del mismo.

A las 6 en punto llamaron a la puerta. Allí estaban, una momia de 5 años, un hombre lobo diminuto y una bruja con aparato. ¡Qué ilusión! Les dimos caramelos, no sabíamos si muchos o pocos, ni si era lo correcto o no… según las películas es lo que parece que se hace… en nuestra excursión por el barrio aprendimos que la gente regala de todo, pueden ser caramelos, chocolatinas, libretas de miedo, lápices con murciélagos, pintauñas de color negro, pelotas de ojos sangrientos, golosinas que simulan dedos,… ¡imaginación al poder! Hasta mandarinas con calaveras pintadas.

Cada uno se disfraza de lo que le da la gana, preferiblemente de miedo y con la cara tapada. Los pequeños no siempre asustan, vimos gusanos, muchas princesas, alguna que otra hada, un bombero, supermanes… y mucha bruja, hombres lobo, desangrados, vampiros, y hasta un loco que llevaba la cabeza en la mano. Lo normal es no repetir, cada año un disfraz distinto. Los padres pueden elegir, algunos se preparan un disfraz del copón, otros se ponen un sombrero de bruja o una capa de vampiro como detalle, y otros simplemente acompañan a los niños tal cual venían de trabajar. No suelen llegar hasta la puerta, esperan en la acera mientras los niños van pidiendo de casa en casa.

Si no hay nadie en la vivienda hay que dejar las luces apagadas. La norma no escrita es que si están las luces encendidas los niños son bienvenidos, si están apagadas es que no quieres recibir. En muchas casas la pareja se divide, uno sale con los niños y otro se queda dando regalos.

Normalmente los niños llevan cestas con forma de calabaza para meter los tesoros, cuando ya no caben más entonces empiezan a comérselos, a llenarse los bolsillos y a guardarlo por donde pueden. Nunca jamás les caben todas, menos a algunos descerebrados que van con fundas de almohada. Al final tienen tantos caramelos que es imposible acabarlos, a no ser que quieras morir en el intento. En los colegios suelen recopilar lo que no te vas a comer para enviarlo a los soldados o a gente necesitada.

La verdad es que es toda una experiencia, no me extraña que la copien en otros países. Todo el vecindario repleto de niños fantasmagóricos con fondo de casas terroríficas. Por supuesto en paralelo hay fiestas de adolescentes, bailes, concursos y demás historias relacionadas con el miedo.

También hay curiosidades como que no se puede entrar con máscara en algunas tiendas o gasolineras, más que nada porque se pueden sentir amenazados si no saben quién eres y algún loco te pueden pegar un tiro en defensa propia, ojo al dato, no iba a ser todo tan bonito… eso sí, avisan, suele haber un cartel en la puerta que indica que está prohibido entrar con la cara tapada.

No se te ocurra llamar a una puerta sin luces, es el signo de que en esa casa los niños no son bien recibidos o de que no hay nadie. Mucha gente a la que no le gusta toda esta historia opta por ir a cenar a un restaurante o al cine, así se evita todo el jaleo, es otra opción.